Solo usted puede decidir si va a comunicarle a los demás la afección que tiene. Tal vez sienta que su salud es un asunto privado. Es posible que tenga dificultad para decidir a quién va a contárselo y cuánta información le dará. O tal vez descubra que hablar de ello le hace sentirse mejor. Usted es quien decide.
A quién decírselo
Quizás desee contarle a familiares, amigos y a algunos compañeros de trabajo. Hablar con alguien en el departamento de Recursos Humanos puede ser una buena manera de comenzar. Esa persona podrá ayudarlo si necesita modificar la cantidad de trabajo asignado o el horario. Por ejemplo, es posible que le permitan trabajar desde casa o compartir sus responsabilidades. Probablemente conozcan programas del gobierno que podrían ofrecerle algo de ayuda, como la Ley de Licencias Familiares y Médicas o servicios para familiares mayores o niños.
Qué decir
Si decide hablar de su afección, es mejor que sea abierto y sincero. Aunque los demás puedan estar preocupados, es aconsejable que no profundizar demasiado. Algunas personas tendrán preguntas, por lo que deberá decidir de antemano cuántos detalles piensa darles sobre su afección.
La reacción de los demás
No todo el mundo responde de la misma manera. Algunas personas se mostrarán preocupadas y comprensivas. Otras podrían ponerse nerviosas o alteradas. Tal vez haya personas que eviten su compañía o digan algo ofensivo. A menudo, la gente tiene buenas intenciones pero no encuentra las palabras adecuadas. Insista en que sus demostraciones de cariño le ayudan. Hágales saber que tal vez no haya nada perfecto que decir.
Preocupaciones comunes
A medida que se enfrenta a los cambios provocados por su enfermedad, es probable que haya cosas que necesitará discutir con las personas cercanas a usted. Entre los temas que tal vez deba discutir se encuentran su nivel de energía, sus cambios de humor, asuntos sexuales e íntimos, estrés, situación financiera, y atención médica en el futuro. Muéstrese abierto y recuerde que se preocupan por usted.
